miércoles, 22 de junio de 2016

Funciona

Nos encontramos de casualidad y decidimos emprender el camino común juntos. Fue una decisión natural. A mitad de trayecto me paré en seco y te cogí la cara con las dos manos. Te acaricié la barba con la derecha y te dije "Ya puedes hacer lo que quieras. No me importa, de verdad." Yo estaba feliz, no podía parar de sonreír.  Todas las casas estaban encaladas.

Entonces me tomaste la mano con indiferencia, como haciéndome un favor, queriendo volver a caminar. "No entiendes nada", te dije. Te solté la mano y seguí sola mi camino hacia el picnic del departamento. Ya deberían estar allí, en la plataforma que Christo había montado debajo del puente de Triana.

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