lunes, 31 de octubre de 2016

Editando sus greatest hits

        Pensaba que justificaba cada acto con su pena, pero en realidad solo lo ponía en cursiva. Cambié posiciones con la mujer y cambié posiciones con la chica, quizá demasiado rápido, tal vez demasiado pronto. Y me vi dentro de la mujer desolada y me vi fuera, la vi siendo yo, a la chica feliz para ser destrozada, para convertirse en la mujer que él intentaría marchitar.  Y me sentí parte de un continuo ir y venir de almas vacías y almas por vaciar. Me fundía en un flujo de caras femeninas sin rostro, borradas.

       Pero si me remonto a los inicios y pienso en por qué accedí a entrar en el remolino (aunque claro, yo no sabía que era un remolino), no se me ocurre una razón diferente de la vanidad. Ni siquiera se me ocurre ahora, en mis circunstancias actuales. Me dejé caer sin razón, a unos brazos transparentes, a un río de emociones. 
  
    Yo quizás no sea nadie, y no lo soy. Pero él sí destaca por una razón. Créeme, nadie querría destacar por ella. Por ser la persona que en vez de hacer el amor, hace zumo con su media naranja. 

No quiero saber nada

Iba a pedirte que me aclarases mis dudas, pero tuve miedo. Entonces quise escribirte que no quería saber nada, pero cerré la ventana. Y ahora he vuelto, he escrito en abierto, y no sé qué estoy haciendo.

jueves, 27 de octubre de 2016

En el pueblo sin el pueblo

Sé cómo hablas de las mujeres y, por tanto, sé cómo hablas de mí.

Sé cómo hablas a las mujeres y, por tanto, ya no me siento especial cuando me hablas a mí.

Sé la diferencia que existe entre las otras mujeres y yo, para ti. Y sé que yace en mi actitud hacia ti y en ti, no en mí.

Soy fruto del azar. No intentes acerte creer otra cosa.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Ni olvido, ni una.

Echaba de menos el pueblo. Al principio se deprimió, luego encontró la solución: jugar.  Descubrió que podría jugar con todo mientras ocupaba la mente en no pensar en nada. Y estuvo jugando, hasta que volvió al pueblo. En el pueblo echaba de menos el pueblo. Y siguió jugando entre los escombros de la posguerra.

martes, 25 de octubre de 2016

Otra epifanía

Camisas.
Planchar las camisas.
Doblar las camisas.
Y de repente estar muchísimo más que antes.
Por no estar en absoluto.
Jajaja. En entornos electorales.

Yo no uso camisas de rayas.
Y ya solo plancho si me sobra tiempo.
Perdón, si te sobra tiempo.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Estabas llorando

Tengo prisa, pero la medida del año me afecta especialmente hoy. Afecta a mi subconsciente, que no para de preguntarme si estarás perdido, si estarás bien. Mis sueños me abrazan con un desprecio que se derrumba justo antes de despertarme.

Voy a volver a Andalucía. No tengo que, quiero volver a mi tierra. Pero en la Bretaña es mucho más fácil vivir para mi corazón.

Supongo que no estás bien, ni mal, que estarás igual que siempre. Solo habrás pegado la foto de otra infeliz en tus fantasías. Menos mal.

viernes, 14 de octubre de 2016

El dual del sueño de ayer

Esta noche la piedra de mi cabeza se volvió blanda y se revolvió, como queriendo volver a París, como pensando en la tacto de una sudadera vieja.  Era un sueño porque las pequeñas piedrecitas nos adoraban, y se alegraban de que las pisáramos de nuevo. Era mentira y por eso me hace mucho más daño que el sueño de ayer.

jueves, 13 de octubre de 2016

Restos

     Eres medio transparente, ya ni siquiera existes en mis sueños. Eres una voz que se esfuma en un punto lejano. Tú, en el sentido menos estricto de la palabra, te has desvanecido. Sin embargo persisten en algunas de mis noches el desasosiego que me creaste, una sensación horrible que solo experimenté contigo y que espero no asociar a nadie más.  Mi ser onírico se sigue arrastrando de vez en cuando como un perro, suplicando por cualquier cosa, a cualquiera que me atraviese congele el corazón con una mirada fría, que me atraviesa el pecho y me ignora.

     Pero eso solo es una sensación, no eres tú. Tú ya no eres, tú ya no estás. 

     Y existes. Y espero que estés bien.

lunes, 3 de octubre de 2016

Casi un buen domingo

Creo que las mañanas de domingo son iguales en todas partes, o  que vuelven a todas las ciudades iguales durante unas horas. Miras al suelo, escuchar el silencio de la gente sin prisa, el canto de los pájaros que todavía pueden hacerlo y buscas un sitio abierto. 

No. Todo se vuelve diferente. Aquí no hay un bar para tomarte una tostada con jamón. El domingo ya comienza con otros aires.

Lo más leído