aquí mismo,
bajo tus pies,
sobre la mesa
para mis amigas.
Se destruirá en el segundo siguiente
o quizás, con suerte,
perdurará en una conciencia,
tal vez la mía
nunca la de mi abuela.
Puede que permanezca y no
al ser alterado:
romantizado
o envenenado por un corazón roto
Un tesoro de segundos,
de flashes en mi memoria.
Una moneda para brindarte
que se desvanece genéricamente.
Un brindis por retrasar la muerte
de los instantes eternos.
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