sábado, 27 de diciembre de 2014

Escrito y hechos


Esto lo escribí mientras una tarde oscura taladraba mis recuerdos en una parada de autobús:

París, 11 de Octubre de 2013.

       Me he pasado toda la vida esperando encontrarte a la vuelta de la esquina. Sigo esperando un guiño del destino, una casualidad en una película después de veinte años. Conjeturas imposibles, pero no tanto porque seguimos vivos. Y recuerdos cada vez más borrosos y lejanos, que se funde en negro en el salón de tu casa. Tu recuerdo y el mío olvidado es mi recurso salvavidas en mi nada diaria. Es la excusa de mis pecados, ya puedo hacerlo todo porque nunca estarás conmigo, aunque puede que sí, porque no hemos muerto. Esa es mi espiral temporal.
       Mi mente inconsciente se aferra a objetos caducados de sentimientos. Son vestigios de la chica que fui una vez. Me gustan a pesar de la sombra negra a la que me arrastran si pienso en su historia.
____________

Aunque te parezca mentira, en mi soledad soy bastante cuerda.

Estos son los hechos:

- Te gusto. Una parte de ti me amó una vez, pero ya no, estás convencido de que tu lugar no está junto a mí. Y mi yo obsesivo se esfuerza en creer que muy dentro de ti sabes que es a mí a quien amas.

- Me tienes cariño y en ocasiones sientes lástima por mí. Yo no puedo soportar eso, porque atenta contra la superioridad moral que siempre intento tener. Y en mi tira y afloja entre el amor y la autosuficiencia parezco una demente de enciclopedia.

- En realidad no quiero compartir mi vida contigo. Pero  el amor platónico que quiero que compartas conmigo siempre quiere abrirse paso entre mi vida, empujando un pasado de formado y un futuro ficticio a mi tranquila realidad, susurrándome que siempre te voy a amar incondicionalmente.

- Eso no significa nada para ti. Priorizas otras cosas, y no te culpo. Pero me llena de pena el corazón y sé que en una hipotética relación contigo, tu falta de iniciativa, de evolución en procesos mentales. Estoy cansada de hablarle a un muro que mira hacia otro lado.

- No me llames nunca más. Nunca nunca más.

lunes, 15 de diciembre de 2014

La Casa de tus Sueños

Había escrito cien veces te quiero. Contemplé mi obra, era perfecta. Había usado varios colores, tamaños y texturas. Estaba cansadísimo, había pintado hasta la chimenea de la casa. Pero había merecido la pena, ella había estado mirándome todo el tiempo a través de las ventanas. Incluso había decidido devolverme las llamadas después de tanto tiempo. Lástima que hubiese olvidado mi móvil. Nos miramos embelasados, casi llorábamos de la emoción. Entonces sentí una mano en mi hombro. "Señor, tiene que acompañarnos", me dijo el agente de policía.

Último Examen

Había escrito te quiero mil veces. Una misma respuesta para un centenar de preguntas. Ahora se arrepentía mientras caminaba con parsimonia. ¿En qué había estado pensado? ¡Qué manera tan ridícula de declarar su amor! Podía haberlo escrito una sola vez, así se se aseguraría terminar la carrera.

Cuando por fin llegó al tablón pudo ver el resultado: había sacado un 10 en el examen. Junto a su nombre había un asterisco que le indicaba que fuese a tutoría. Su profesora lo estaba esperando.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Minicidio

Pero esta vez, ella lloró. Lloró hasta que todos se ahogaron. Estaba harta de soportar a aquellos seres diminutos que le carcomían el cerebro, que apretaban sus neuronas con sus deditos. Normalmente trataba de ignorarlos, pero esta vez, se los sacó por el oído dándose golpes en la cabeza. Los ocupas cerebrales cayeron en un bol de cereales cuidadosamente preparado. Entonces, con una gran sonrisa, comenzó a cortar las cebollas.

jueves, 7 de agosto de 2014

Un beso a la desesperada

Contra todo pronóstico habíamos vuelto a vernos, esta vez en un campo de fútbol con el suelo de gravilla. Era casi de noche y no podía más que intuirte.
Se palpaba una tensión incrédula y marchita, algo pasado de rosca, que poco tenía que ver con nosotros pero hacia que me palpitara el corazón.

- ¿Tienes algo que decirme? - Preguntaste como si tuvieras prisa.
- Solo una última cosa.

Recorrí los cinco metros que nos separan y te besé con todas mis ganas. Me agarré de tu pelo, te acaricie la cara, pensaba en el tiempo que había esperado para hacerlo de nuevo. Tú me correspondiste, me abrazaste muy fuerte, como si no quisieras que me escapara de allí. Pero de nuevo tus palabras traicionaban a tu cuerpo.

- María, tenemos que parar.
Pero continuamos besándonos. Tras unos segundos insististe:
- Yo ya he encontrado a alguien, es mi madre, mi amiga y mi amante al mismo tiempo.

Me hizo gracia la descripción de tu novia, sin duda era muy acertado. "Qué tontería" pensé, "esto no tiene sentido, la silueta que yo intuí no era más que el recuerdo de tu pasado. No pertenezco a este lugar, no debería estar aquí".
Pero una vez más, un resquicio de mi corazón traicionaba a mis palabras. Me eché a llorar y te supliqué como una desesperada. Fue patético pero por una vez sentí que mi yo del pasado fue sincera. Mi sueño ha cerrado un asunto pendiente que no sabía que tenía.

miércoles, 16 de julio de 2014

El caimán

Solo queríamos dar un paseo por el pueblo. Subimos muchísimos escalones y finalmente alcanzamos la vista panorámica que tanto deseamos. Para bajar tomamos un sendero al lado del acantilado. Pero, para nuestra sorpresa no hacíamos más que subir, como en un cuadro de Escher. El camino era muy estrecho y la caída profunda, así que nuestros pasos eran cortos y meditados.

Al otro extremo del sendero se hallaba un parque alargado, cobijado por la sombra de decenas de chopos. Y al final del parque, paradójicamente, estaba un lago. En la orilla de este lago flotaba un tronco, en el que toda la familia se subió sin dudarlo. "Es solo una lanzadera", dijo mi padre.

La lanzadera salió disparada. Serpenteaba y se quedaba flotando y girando varios minutos encima de unos postes de madera. Parecían paradas, pero nadie se apeaba ni subía. En una de estas paradas  me percaté de que un inmenso caimán había empezado a seguirnos. Daba vueltas al rededor de los postes y nadaba siempre a un milímetro de distancia de nuestro tronco.

Cuando alcanzamos la parada final, ésta no era  ninguna orilla. Nos vimos a 5 metros de la costa con un caimán pisándonos los talones. Nadamos cuanto pudimos y finalmente nuestros pies tocaron tierra. Estábamos en un pequeño pueblo vacacional. Al ver al caimán todo el mundo entró en pánico. Gente de todas las edades corría en todas direcciones. Cogí de la mano a mi hermana pequeña y entramos en un casa, pero el caimán seguía persiguiéndonos.

Lo curioso fue que al entrar en la casa el reptil se fue haciendo cada vez más y más pequeño, hasta desaparecer en el cuarto de baño. 

lunes, 14 de julio de 2014

Cuando no compartes las desgracias de mi mundo

Estás tan lejos de mi. Es la primera vez que tengo esa sensación de distanciamiento psicológico. Siempre, aunque lejano físicamente y lejana en tu cabeza, mi locura siempre quiso que tu recuerdo me acompañara, me aconsejara, me comprendiera.

Pero es que ya no tiene sentido, mis problemas han dejado de ser los mismos. Ya ni tu recuerdo puede estar a mi lado. Ya ni tus ojos, ni tu amplia sonrisa infantil. Ya no me queda nada del pasado en el presente, solo de vez en cuando memorias que me hacen sonreír. Y solo eso.

Me alivia. Me descongestiona el corazón que te hayas desvanecido cuando por fin me lo propuse seriamente. Ya te pienso como una borrosa figura entre edificios grises, que ya no sé ni si te gustan. Ya te deformas en tu futuro, que tanto difiere del que soñaste, y una vez yo soñé contigo.


viernes, 11 de abril de 2014

Intersécame

Difiere de mí,
tacha dos guiones.
Pero con una intersección suficiente
para compartir nuestras vidas.
Con una unión adecuada
para poder crear otra nueva.

Deshazte


Cuanto más, menos.
Dímelo de nuevo.
Te succiona el pensamiento
tu discurso, caramelo.
Date azúcar, quita suelo.
Cuanto más, menos.

.

Trenzando sueños

Quiero enredar mis sueños,
conectarlos entre sí,
hacer una maraña continua
que represente mi vida y mi huida.

Quiero que sean mi legado
y que formen una historia irreal,
paralela a lo que todos vieron
tan absurda como coherente en su seno.


domingo, 30 de marzo de 2014

Una sombra en el tejado

      Has vuelto a aparecer en mis sueños, como una sombra lúgubre en un edificio cerrado. Teníamos una cita. En mi mente, el único pensamiento al que podía acceder era: "¿Por qué estoy aquí?" No recordaba ninguna llamada. ningún mail, ningún mensaje. En realidad yo ya había restringido esas vías al máximo posible. Y, sin embargo, allí estaba, esperando en el balcón, mirando el Guadalquivir.

      Era de noche, y el río tenía una iluminación extraña. Círculos de luces naranjas se distribuían en una danza simétrica. Dos farolas de la calle se reflejaban en dos de estos círculos, queriéndome insinuar algo sobre la distancia infinita que separaba sus reflejos. Las luces naranjas, impenetrables, distantes siempre en tardes confusas de noviembre. No hacía frío, creo que era verano.

      Entonces llegaste y te sentaste junto a mí en el suelo de aquel balcón insípido. Hablamos de banalidades que recuerdo como un pitido leve en mis oídos. Pasado cierto tiempo dijiste "Bueno, comencemos", y me besaste. 

     Apreté mis labios oponiendo resistencia a aquel inesperado acto. "¿Por qué haces esto?" te pregunté algo ruda. "Hace mucho que no nos besamos, ya iba siendo hora. Hace como dos años." respondiste con total naturalidad. "Creo que son bastante más de dos años" corregí. Fue extrañó, me deje llevar. Pero solo lo hice por darme una oportunidad de saber que sentía, y creo que no sentí amor. "¿Te vas a divorciar?" te estuve preguntando toda la noche. Sus respuestas siempre fueron esquivas. 

    La madrugada llegó de improviso y el edificio empezó a llenarse de vagabundos. Tú querías hacerme el amor en cualquier esquina de aquel lugar pero siempre algo te lo impedía. Yo quería y no quería, y cada impedimento era una punzada de alivio en mi conciencia. 

     Bajamos a la calle y todo eran obras y drogadictos. Avanzaba segura y silenciosa, con la cabeza gacha. Me miraste y me dijiste "¿Adónde estamos yendo?". "Adonde siempre llegamos, al centro comercial." Sin dudarlo me cogiste la mano y echaste a correr. 

      Corrimos hasta que amaneció , y entonces empecé a correr más deprisa que tú, ya no podías seguirme el ritmo. Me giré para mirarte una última vez. Estabas desgreñado y gordo. Eras feo, una caricatura de ti mismo. Y me dí cuenta de que ya no te quiero.

   

martes, 18 de febrero de 2014

Por fin, mi despedida.

Ya no queda nada, ni un resquicio de vía, ni un amago de saludo. Hoy di el último paso. Ya no podré saber nada más de ti. Por fin tuve el valor de romper con todo. 

A lo largo de los últimos años fui destrozando pequeños datos, dándome por contenta con las miguitas de pan que proporcionaba a mi orgullo. Empecé, en intervalos espacios de tiempo, por olvidarme del número de tu casa, ocultar tus fotos y borrar tu teléfono. Pero tenía tanto miedo de deshacerme de mí, de no poder marcha atrás.

Pero lo cierto es que hace mucho tiempo que dejé de poder dar marcha atrás. Ya está bien. Hoy ha sido el día en el que he podido hacerlo y solo un sentimiento me ha permitido hacerlo. Se trata de una mezcla bien removida de desengaño,orgullo e indiferencia, sobre todo de indiferencia. 

Cuántos días le abrí las puertas de mi casa para que entrara esa bendita indiferencia hacia ti, llena de paz, llena de futuro. Y hoy ya llegó el no importa lo que hagas mezclado con el no quiero saber más de ti. Ya no tengo el comportamiento enfermizo que me hacia enloquecer de tanto en tanto. 

Ya no quiero saber de ti a sabiendas de que me partes el corazón porque ya no lo haces. Pero no quiero volver a correr el riesgo, por eso me retiro ahora que estoy en lo alto de la cima, por temor a caer en picado. Me cierro las entradas a todos tus toboganes, voy a empezar a subir escaleras sin tu fantasma persiguiéndome a dos peldaños de distancia.

Y es que me he dado cuenta de que no eres más que un fantasma que incluso tú dejaste atrás. Ahora sé que no quiero estar contigo ahora, que solo es tu recuerdo el que me atormenta Te has convertido en un esperpento de tus sueños, aunque supongo que tal y como corren los tiempos no es improbable que yo también termine así. Por eso solo añoro mi espíritu incansable de supremacía hacia el futuro, intacto y fresco, que tú también compartías conmigo. Quizás solo quise inmortalizar los sueños de mi adolescencia en tu persona.

Ayer me miré en el espejo y vi perspectiva en mis ojos. Me asusté, siempre me ha asustado el paso del tiempo. Me sirve para darme cuenta de que todo se pierde en los recuerdos, hasta tú. Al menos los sentimientos perviven, aunque totalmente disociados de sus receptores, aflorando vagamente con algún olor, algún sonido, alguna brisa de invierno.

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