domingo, 14 de diciembre de 2014

Minicidio

Pero esta vez, ella lloró. Lloró hasta que todos se ahogaron. Estaba harta de soportar a aquellos seres diminutos que le carcomían el cerebro, que apretaban sus neuronas con sus deditos. Normalmente trataba de ignorarlos, pero esta vez, se los sacó por el oído dándose golpes en la cabeza. Los ocupas cerebrales cayeron en un bol de cereales cuidadosamente preparado. Entonces, con una gran sonrisa, comenzó a cortar las cebollas.

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