Eras un inmensidad.
Te hacía nuevo, de tan roto que estabas.
Hacía tanto calor y tanta luz.
Había tantas cosas por descubrir
en sitios que siempre estuvieron.
Las mañanas eran fresquitas y tempranas.
Y yo una muñeca de porcelana
que se volvió de trapo
cuando las tardes se volvieron frías.
martes, 7 de junio de 2016
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