lunes, 12 de abril de 2010

Como desilusionarse por Completo

El bichito amable prometió enviarme una flor de su jardín, la más insignificante, no le pedí mucho más. Enviaría a mi mejor compañera de jardín a recogerla, ya que las lianas no me dejaban pasar, pero volvió con las manos vacías.

Por lo visto el entorno del susodicho animalito envuelto en la maleza cada día crece más y él se zambulle entre las oscuras hojas. Ya no acierto a verlo entre los barrotes, está tan escondido que estoy dejando de buscarlo con mi feroz mirada.
Soplé hasta las copas de tus árboles para felicitarte por ello y lo ignoraste por completo. En mi desconcierto creo son tan altos que me ves como una hormiguita insignificante.
Yo solo quería un pequeñísima florecita para curarme, solo eso, y no me la has querido dar. No se si esa maldita planta trepadora te lo habrá impedido pero lo cierto es que comienzo a limarme las uñas cabizbaja, pensando que las heridas de mis patitas no me deberían impedir salir a cazar la felicidad.

Me levanto para ir a los columpios de mi parque, pero en la lejanía, aunque no te pueda ver, se ve la espesura de tu bosque, que se alza tímido pero grandioso entre las nubes.

Entonces, esta supuesta fiera se da cuenta de que en el subibaja no se puede jugar sin un compañero que complemente con el peso justo y necesario.
Estoy sentada pegada a la tierra, mirando en el cielo el asiento del otro extremo con lágrimas impotentes y una apatía creciente.

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