lunes, 30 de marzo de 2015

Resolución

Mi profesor del colegio me transmitió esta idea en un recreo. Cada segundo cambiamos un poco. Metamorfoseamos sin prisa en el tiempo. Nos sustituimos la sonrisa, la vanidad, los celos, el desprestigio y la vergüenza. Y pasada la prudencia de nuestros recuerdos, ya no somos los mismos. En consecuencia  pierdes la vigencia, porque te emborronas en la ficción de las semanas pasadas, que en realidad ya no existen. Entonces me miro y no me reconozco, porque era otra persona.

Resurjo a cada minuto que pasa. Fuerte de tantas veces nacer, vulnerable de tantas veces morir, y viceversa. Solo has de ser hojas de otoño perdidas ahora que siento el azahar de Sevilla. Tú serás tú, pero no serás nadie. Me hablará un desconocido sin interés que nunca me ha besado.

Mi profesor también me dijo un día que todos los amores verdaderos son correspondidos. Creo que tiene razón, que los amores intensos sin respuesta deberían tener otro adjetivo que los acompañase, por ejemplo, amores improductivos.

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