domingo, 29 de marzo de 2015

Beso mínimo que me recuerda de donde vengo.

Cada día la clase era en un sitio diferente. Lo habían cambiado todo. El complejo de edificios me recordaba a la universidad en París, pero las instalaciones eran mucho más nuevas y siempre hacía sol. Un laberinto de clases de veinte personas se habría paso ante mí todas las tardes. Era un misterio, igual que las tres bombillas gigantes que habían aparecido en la parte superior del edificio que se veía desde la ventana de la casa de los abuelos.

Estaba haciendo un máster en Matemáticas Artísticas, era un rama súperespecializada. Un compañera, que había estudiado Bellas Artes, me pidió que la acompañara a Madrid a coger unos pinceles. Acepté, había que ser amables con los nuevos compañeros. Además, tenía que despejarme, ese tipo me había vuelto a regalar su frase de cada dos días y me estaba poniendo nerviosa otra vez.

Al llegar a la capital, atravesamos un jardín y entramos a un bloque de apartamentos con azulejos grises por todas partes. Era la casa de su mejor amiga. Tenían organizada una fiesta. Miré. Te vi. La vi. Y entonces supe que era vuestra casa. Sonreí, te explique lo que hacía allí. Fuimos a un cuarto sin ventanas, con una luz roja tenue sofocante.

No sé si había llevado ese pincel reseco de pintura naranja todo el viaje, pero el caso es que allí estaba yo, en actitud psicópata. 

- Sabes que estoy loca - te dije mientras te pintaba un círculo naranja en el antebrazo, - pero gracias a eso te querré toda la vida. 

Acto seguido te besé levemente en los labios y los dos sonreímos. Me gusta besarte en sueños porque son los únicos besos que no invento, sino que reproduzco tal cual, nítidos en todos los sentidos. Salí de allí corriendo para acompañar de nuevo a Malena a Sevilla. Durante la vuelta tuvimos un desencuentro basado en tu relación y dije cosas que no debería haber dicho sobre nosotros. Ella prometió no contarlas.

De regreso en el campus, había que encontrar la clase de Criptografía, pero nunca lo haría. Todas las aulas se habían convertido en bibliotecas para mis antiguos compañeros del instituto.

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