Era ya tarde, habrían pasado como treinta años, y decidió volver al pasado para decirte cuánto te seguía queriendo. A ti y a ningún otro, a una sola versión de ti, en un solo momento a comienzos de siglo. Fijando la cuarta dimensión esa señora te preguntó una dirección y pasó de largo. Había aprendido a no tener miedo de tus ojos, pero de tus ojos nuevos.
jueves, 19 de marzo de 2015
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