Y decido que, en estas circunstancias, nadie merece conocerme mejor. Ni siquiera yo misma.
sábado, 24 de septiembre de 2016
Uf
A veces quiero escribir, escribirte, escribirme. Y no puedo. Me veo escribiendo y borrando. Pensando que no merece la pena decir eso, decirte aquello, decirme lo otro.
Pensado (o soñado) por
María
a
sábado, septiembre 24, 2016
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1 regalitos:
Fuera en una taberna de las afueras de Santiago, me acuerdo porque aquel dia me dieran las notas en la Facultad.
Estaba medio borracho cuando entre en el Cubil del Lobo, alli me comunicaron que estaban a punto de suspender la partida dada mi asuencia, sonrei ante el tono desafiante del dueño del bar , apunto estuve de decirles que me confundian con otra persona; pero fue todo tan rapido que cuando quise reaccionar ya estaba sentado a la mesa y las cartas dadas.
Yo era el mas joven con diferencia de todos los que alli estabamos. Pedi un burbon solo. El dueño del bar me lo puso encantado ``Mucho tienen que aprender los de Madriz, usted maneja el gallego como si naciera aqui`` Baje media copa de un trago, y mire a todos los sentados en la mesa con sorpresa creciente, estaba rodeado de expertos tahures, en lo que parecia un antro de mala muerte con mas polvo que las momias egipcias.
Debio ser el alcohol de garrafon, o un genio benigno enviado por las musas, pero se abrio pasa por mi cabeza gota a gota una respuesta clara y transparente que me sacaria de alli tan entero como cuando entre ´´No voy a poder jugar porque estoy sin dinero por problemas con la cuenta del banco``
El dueño del bar fue el primero en reir, despues estallaron los demas, como una manada de jabalis bravos atravesando un campo de millo. Y entre tantas risas y caras amables me senti yo contento con mis palabras y con mi sinceridad. Hasta que el dueño del bar me apunto con una escopeta recortada ´´Aqui el que no paga con dinero paga con la vida´´
Sacaron mis compañeros de mesa, unos perlas gigantes perfectas y redondas, otros flores de piedras preciosas de muchos colores, y los que menos montones de billetes recien acuñados, un camareo metio la mano en el bolsillo de mi chaqueta y dejo mi DNI sobre la mesa como quien expone un trofeo de caza. Pedi otro burbon solo -esta vez me lo trajo un camarero y lo puso sobre la mesa con un movimiento de indiferenciatotal-- Tenia tres ases , y buscaba un full ases damas, llevaba ganando toda la partida, los tahures y el dueño del bar parecian cada vez mas ratas que se hunden con el barco-Ya estaba full ases reyes´´Otro burbon solo, que tengo la boca seca de tanto contar´´
Y le temblaron los dientes al dueño del bar igual a un tiburon hambriento y lleno de ira ´´Mira chaval seas quien seas, no tenias derecho a estar aqui, y si quieres irte tendras que exponer todo lo que tienes por todo lo que me queda´´ Los otros jugadores se levantaron como si no fuera con ellos, todos resignados y tranquilos, como supongo yo que pierden los profesionales. De detras de unas cortinas salio una mujer casi desnuda salvo por un pequeño conjunto de lenceria negraa que resaltaba su piel blanca y su pelo rojizo como el ocaso. Yo estaba borracho, y las luces del bar retumbaban en aquellos pechos blancos, en aquellas piernas finas, casi como un eco de alta montaña. Pero no pude aceptar ``¿Quien te crees que eres, imbecil, nadie puede jugarse una persona, nadie tiene derecho a poseer a una persona como si fuese un chalet en la playa´´ El viejo me miro pensativo, me volvio apuntar con la escopeta, y finamente como en un susurro ´´Quizas tengas razon.... ¿Pero quien te dice a ti que ella es una persona? La mujer me miro como si me reconociese, parecia toda hecha de nieve; cerro el ojo derecho, lo abrio, y levanto las dos cejas interrrogante. ´´A la carta mas alta´´ dije yo ´´perfecto´´ respondio el. Levante primero, siete de diamantes. Empece a sudar, tenia frio. Arrogante saco su carta, cinco de corazones. Justo cuando salimos por la puerta del bar, la dama pelirroja se convirtio en una hermosa gata blanca, se restrego contra mis piernas ´´Miau, miau´´ y se marcho corrriendo en direccion a la noche.
Desde entonces todos los gatos me traen suerte, como si fuese algo inevitable.
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