lunes, 29 de marzo de 2010

Una Urna


Mediodía en la orilla de la playa, con toda esa gente en traje de buzo, todos queriendo conseguir el cofre hundido. No lo permitiría, tenían algo que era mío.
Cuando comenzó la carrera me quedé rezagada, así pasaría inadvertida. Todos se peleaban para pasar, entonces entré yo en la zona de búsqueda. Me sumergí y cogí el cofre, no me hacía falta buscar, ya sabía donde estaba. Nadé hacía la orilla y corrí desenfrenadamente hacia la montaña para poner el cofre a buen recaudo.

Mis hermanos se dieron cuenta de lo que había hecho y me siguieron. Yo corría... el cofre se estaba convirtiendo en la urna de unas cenizas. Debía alcanzar la montaña.

Atravesaba la urbanización donde vivíamos cuando mis peresecutores me alcanzaron, me hicieron girar bruscamente y el jarrón con las cenizas cayó al suelo. No sabían que aquellas eran las propias cenizas de mi incineración. En aquel momento, me desplomé.


Ahora vago por la montaña en las puestas de sol...

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