jueves, 11 de marzo de 2010

Cómo repudiar al borde de tu ex

Eres un estúpido, animalito que correteas brincando. Saltarín por los parques que crees tuyos.
Sí, eres un estúpido, porque nunca dejarás de ser un animalito que cree que lo sabe todo del parque que cree que es el mundo, sin saber lo que existe más allá del paso de zebra.
Eres un necio, que me ladra al lado de una fuente de plástico creyendo que es única, cuando yo ya he bebido de las de cristal. Que me ladra porque bebo sedienta recreándome en el frescor del agua, una agua sucia, con un leve chorrito que nada tiene que ver a las otras.
Pero tú piensas que es la única la mejor, y sin hacer el más mínimo gesto de hulmidad te pavoneas moviendo el rabo.
Serás feliz pequeña criaturita, en tu parquecillo de la ignorancia, pero nadie pasea por él, y si lo hacen nadie se sienta en un banco porque les ladras, les ladras y presumes de tu parque impoluto, tu parque de plástico, de cartón-piedra.
Me gustaría decirte que el mío es enorme, con miles de caminos de albero por los que pasear . Es grande no porque sea mío, sino también es de tantos otros. Es grande y bonito porque todo el que quiera beber agua de mi fuentecita de piedra podrá, sin importar quién. Podrá corretear pisando la hierba y encaramándose a los árboles prohibidos.


Eres realmente estúpido, te invité a venir y te quedaste a las puertas, siempre preferirás conservar tu realidad ultralimitada por la prepotencia, donde nunca entra nadie a plantar sus semillas, desde donde tú arrojas las soberbias tuyas sin querer saber nada de su fruto. Quisiste, de hecho, arrojarlas a mi jardín por encima de la valla, a pesar de que las puertas siempre estuvieron abiertas.

Es por eso que ya no puedes pasar, ni lo intentes. Quédate con tu fuente de plástico y tus bonsáis, que tan altos te parecen.

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