lunes, 6 de abril de 2015

Repetía y rompía poesía.

Estoy pensando en un chico que tenía un libro negro de poemas guardado en el primer cajón de su cómoda. Un cuaderno que nadie leía, ni siquiera él. Él escribía los secretos de su corazón y luego, periódicamente, los arrancaba y los destruía. Yo leí algunos de ellos cuando me quedaba sola en su habitación. Era un acto ilegal, pero tú hubieses hecho lo mismo al descubrir qué era aquello.

Nunca nadie hubiese pensado que él escribía poemas. Y sin embargo allí estaban, escondidos entre madera, esperando para perderse en la papelera.

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