Me alegra comprobar que los años no borran nuestra manera de sonreírnos, cuando lo hacemos los dos.
Te independizas, por unos segundos, de los perfumes, de los desplantes, de mis fracasos y mis errores.
Y quieres ser puro.
Y yo te lo acepto.
Porque puedo apreciarte de forma serena y eso no me duele.
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