He sabido que nuestro penúltimo beso salió ardiendo con los pinos de Doñana. Ese beso que en realidad fue el último, porque el último fue el primero y único. Por tanto, he sabido que nuestro beso final, inoportuno, se ha quemado como las cenizas que soy.
Me impacta como sigo dando continuidad a tu figura unificada. Como veo el fuego que nos vuelve a devorar, y como encuentro unos pendientes que creí perdidos. Unas flores que no existen desde ti vuelven a aparecer.
Y no significa nada, solo es melancolía.
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