jueves, 10 de noviembre de 2016

Mira quién es

      "Que no, que no son tan diferentes,"  me volvía a repetir una y otra vez. Ya lo sabía, cada vértice a su manera termina estando en el mismo nivel. El interés desmesurado se sustituye por la decepción más absoluta. El sutil interés desmedido se traduce en un sutil paso hacia adelante, que lo deja atrás.

     Y al final acabo hablando de una sola persona, que en realidad son muchas otras, que no son tan diferentes, quizá porque yo soy solo una. Se aglutinan y se personifican en un interlocutor al otro lado de la pantalla, que en realidad aunque a veces crea que lo haga, nunca lee las respuestas a las preguntas que nunca me hizo. 

    Está en millones de sitios, por no estar definido, por ser una especie de Santísima Trinidad. Estaba esta mañana en el señor que no me dejaba salir del metro, en la marca de la mochila del estudiante del autobús y en mis divagaciones matemáticas. Pero también cuando escucho una melodía en un bar, está en Venecia, y por estar en Venecia está en París, en cada esquina. Y lo imagino entonces en París, sin mí, quizás con mi padre, visitando el cementerio. Y está en Madrid, y en Sevilla, y en Córdoba, y en Sevilla. 

    Joder, está hasta en el Lycée Chateaubriand, en el que no he estado en mi vida, del que veo salir una parte de él que lo desvanece cada vez que paso por delante. Que lo engulle y lo empuja hacia la pasta uniforme en la que se va a acabar integrado. 

1 regalitos:

María C.C. dijo...

Y ahí está, en la pasta uniforme.

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