viernes, 18 de noviembre de 2016

¿Me voy ya?

    Sí, porque me pesan tus palabras. Son como arena artificial imposible de compactar, de una terrible densidad. Es un compuesto que se sedimenta en la fondo de mi vida. Son palabras que envenenan, destruyen cualquier buena voluntad que pase por encima. Son arenas movedizas con forma de compasión, encima de cadáveres podridos.

    Se imponen, quieren imponerse en mi carácter,  quieren llevar siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, la razón. Por eso tú estás ahí, tirando piedras con forma de gominola en el alma de todos los que te rodean, con tal de sentirte seguro. Ahí estás pensando que eres el centro de mi dolor y victimizándote por serlo y no estar en mi felicidad. Por eso yo estoy aquí, sin comodines, sin salvavidas, siendo consciente del sufrimiento que me has causado (aunque  a ti te venga mejor pensar que es mentira). Aquí estoy, soñando, sin proponerme un objetivo, todas las canciones que me quedan por cantar.

    Vete a desafinar a otra parte con tu espectáculo de siempre. ¿O ahora te vas a dedicar a cuestionar a una persona cada vez más ajena a ti? Y quien no te conozca que te compre.

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