martes, 2 de agosto de 2016

Al final de los dedos corazones

Otra noche en la que me impido dormir. Me pongo nerviosa, me emociono. Estoy demasiado exaltada para ordenar mis pensamientos. Lo de menos es que el despertador vaya a sonar a las cuatro y media.

Lo de más es como mis dedos han acariciado las sábanas, como buscando paz. Entonces un remolino de imágenes, que solo puedo ver en un haiku de mi infancia,  que escribió otro, que despertaba en calma. 

He visto imágenes de caras apacibles, he sentido arder mi carne en otras sábanas, me he visto tirándome de los pelos y de repente estaba, vete a saber por qué,  saliendo de la estación de trenes de Versailles,  cogida de otra mano, bajo un sol cegador de mediodía de primavera. 

Seguíamos la fila del bullicio. Allí,  con el recuerdo de otro hombre, bajo la sombra del cariño más imposible, he vuelto a sentirme extrañamente en paz.

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