lunes, 27 de septiembre de 2010

Cómo luchar contra una despedida

Su lágrima hacia surcos de despedida en mi muslo. Creo que fue la primera vez que sentí sobre mi piel una lágrima masculina, cargada de irrevocable contrariedad.

¿Por qué el visitante del parque tenía un visado caduco? No quería irse, yo tampoco lo quería. Pero las puertas del tren se cerraron demasiado pronto.

Lo siento María, no te queda otra que esperar, esperar a ver si las arañitas vuelven, si el que puede arrancarlas de mi cabeza vuela hasta mi o si todo cambia y vuelvo a dejar de ser yo.

(Io… io ti aspettero, lo sai, mi fido di te)

1 regalitos:

Fernando Daquilema dijo...

Una de las características del lenguaje es la prevaricación, lo que nos permite a nosotros -seres racionales- inventar hipótesis, mentir. Sin esta característica esencial en el lenguaje la literatura no existiría, no tendría cabida en un sistema de verdades absolutas. El juego está, y ahí lo más hermoso, en encerrar tras las simples letras la experiencia vivida, original, sublime de la vivencia individual del ser. ¿Para qué, preguntarán? Para que cualquier otra persona pueda revivir, reproducir y sentir lo que el enunciador quiso decir. Tal vez todo lo que te he escrito es una tontera, pero quería que me entiendas por qué me ha llegado tan hondo este post.

Saludos. David.

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