martes, 29 de septiembre de 2009

Cómo alimentar a tu canario muerto

La primera mascota, la que más te ilusiona. Te suelen reglar de improviso, cuando no te la esperas. En mi caso fue un canario. Un canario bastante gracioso, porque tenía una patita rota que no le hacía falta para moverse. Se paseaba alegremente dando saltitos con la otra y cuando le traía la comida me dedicaba una corta melodía. Eso me gustaba, me podía pasar las horas mirando a mi pequeño pájaro o incluso pensando en él.


Pero pasaban los meses, y Nogal (que así se llamaba) dejó de canturrear. Se quedaba encerrado en su jaula sin querer salir, sin saltar, acurrucado en un rincón. Después de un corto periodo murió.
Lo enterré con optimismo, pensando que ya no sufriría al verlo absorto en sí mismo.

Pero hace unos días, no sé muy bien como, el espectro de Nogal vino a posarse en mi hombro y lo vi, contoneándose graciosamente sobre su patita sana, casi pude ver que sonreía. Entonces lloré por su muerte, ya era imposible recordar sus últimos días, sólo la ilusión de los primeros.

Ahora lo sé, necesito a mi canario, o al menos a su espectro. Él me conoce mejor que cualquier otra mascota y, aunque haya muerto, su recuerdo me acompañará cariñosamente siempre.



(Por mucho, que intento no recuerdo tus defectos [A contratiempo] )






1 regalitos:

María dijo...

Y nunca se acerca ni se aleja lo suficiente

Publicar un comentario

Lo más leído