martes, 17 de octubre de 2017

Una vez tuve una especie de cómplice

¿Sabes que cuando te confundes en mi masa dejas, en cierta manera, de ser especial? Porque esto es un registro de deshechos, de miserias, de intenciones y a veces hasta de hipótesis.

Cuando te concedo el poder de estar aquí, dejas de ser mi amigo, dejas de ser para siempre, empiezas a ser pasado. No sé, a lo mejor estás en un para siempre diferente, ese que está en los libros pero que no está en la vida. 

Ya veo como se difuminan las escenas de otra etapa de mi vida, tan inconstante, tan desvanecida como todas las demás.


¿Quién llegó siquiera a mirarme por dentro? ¿Quién creyó habernos desentrañado? ¿Quién se decepcionó?

Qué sorpresa. Al final solo era una persona normal. Y eso siempre te rompe los esquemas.

Me acuerdo de cuando fui una persona normal, tan normal como desnuda, tan desnuda como sonriente, tan sonriente como tranquila. Solo me hacía falta una sombrilla y una playa. Y no pude hacer nada por no destruirlo.

Pero eso no tiene nada que ver contigo.

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