Dejé de buscar ganar, siempre me ponías contra las cuerdas y me decías que no era un juego. Y no lo era, porque era aterradoramente real. Pero algo sí que gané. De mi capacidad de no ganar dejé de intentar jugar con las palabras, de cambiar piezas para que todo encajase en mi cabeza, según mi realidad.
Y entonces gané realidad y la acepté como imperfecta.
Y ya está bien de ideales.
miércoles, 26 de abril de 2017
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