viernes, 25 de octubre de 2013

Dime a qué te recuerda esta lluvia

Hoy ha llovido en París y se me hizo de noche. Me he sentido una intrusa entre las luces de la calle y la humedad me ha recordado la primera lluvia otoñal, la que te despide inevitablemente del verano y te introduce en un nuevo comienzo. 

Recuerdo muy bien la tarde de mis trece años en los que me di cuenta que el frío se me había echado encima. Estaba con Elisa,  mi amiga de entonces,  cuyas sutiles diferencias culturales nos fueron alejando paulatinamente.  Vimos jugar al tenis a unos compañeros de clase y, cuando estábamos de regreso a mi casa nos encontramos con Pablo,  el único por el que sentiría algo (aunque fuese meramente el descubrimiento de un nuevo universo que poco tenía que ver con él) antes de conocerte. 

Recuerdo que fue increíblemente fácil empezar a salir con él a pesar de ser tres años más pequeña,  una diferencia que considerábamos abismal por aquel entonces.  Me gustaba tener novio, me hacía sentirme importante de cara a una sociedad preadolescente en la que nunca había sido muy popular.  

Sentía una emoción especial relativamente infantil.  Éramos nuevos en todo aquello y lo poco que hacíamos no lo sabíamos hacer. Pero me sentía bien,  lo nuevo no suele aburrir.

Por eso la humedad de la lluvia en París me ha transportado por sorpresa a mi barrio en Córdoba, me ha hecho perder unos centímetros y cerca de 10 kilos,  me ha recordado al principio de una ilusión con fecha de caducidad y me ha hecho sonreír como una pícara niña  que piensa transgredir sin saber cómo algunas barreras emocionales. 

0 regalitos:

Publicar un comentario

Lo más leído