jueves, 8 de agosto de 2013

Pestañeo Lento

A veces, cuando estoy en un lugar atestado de gente con música atronadora cierro los ojos y me transporto a épocas de mi pasado. Recuerdo mi niñez en las noches en las que el horario se desfasaba en fiestas puntuales y todo me superaba en forma de ruido mientras una somnolencia creciente se apoderaba de mí. También recuerdo la adolescencia en las que ese sonido prematuro representaba el misterio de la noche que estaba por venir y que todavía me estaba prohibida.

Lo prohibido, lo inaccesible, como algo desconocido siempre me pareció mágico y especial, aunque después comprobase que lo único mágico que tenía era la adrenalina de transgredirlo. Cuando cierro los ojos en un concierto, siento que vuelvo a rebelarme contra pequeñas normas preestablecidas.

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