viernes, 8 de febrero de 2013

Niña, niña, niña

Puedo responderle a tu sombra que yo no jugaba a ser mayor. Tu sí. Esa es la razón por la que mis sentimientos eran de verdad y los tuyos un mero borrador a día de hoy.

Me torturo y acallo a cada momento en un debate interno de años que me atosiga sin descanso. Me doy cuenta de que el misticismo que yo atribuía a la palabra "nosotros" no era más que engaño, que ficción romántica. 

No me arrepiento, es más, me siento orgullosa de poder creer aún en la pareja más allá de lo terrenal, de lo conveniente, de la complicidad. Me siento privilegiada por no haber caído en la madurez social, de esperar más y más de la vida, de buscar de forma exigente en las entrañas de todo para que cuando encuentre merezca la pena.

Me entristece profundamente que sientas pena por mí, porque la persona de la que yo me enamoré nunca haría eso, sentiría admiración.  Me decepciona enormemente que te hayas conformado con la primera opción fácil que encontraste en la gran capital. 

¿Sabes? Me gustaba más aquel niño que jugaba a ser mayor que el mayor que se atreve a despreciar lo que sintió ese niño. No eres tú, ya no, por mucho que cuando te mire ese niño me grite desde el fondo de tus ojos en mis sueños. No puedo hacer nada para salvarlo. Supongo que yo también he crecido.

 

0 regalitos:

Publicar un comentario

Lo más leído