viernes, 2 de junio de 2017

Cartulinas y palmaditas

     Sigo convencida de que el tiempo es una mentira, de que es tan cíclico como el de Niestzche. Viene a mi mente aquel esquema del año, de mi clase de preescolar, con las estaciones distinguidas con colores, con los meses formando parte de un círculo imperfecto. Siento que piso esas losas de papel una y otra vez cada año. 

    Y yo, lo único que querría es recortarlas y ponerlas en línea. Romper este espacio recubridor en el que me siento atrapada, donde caigo una y otra vez por las rendijas de la cartulina.

    Erramos al pensar que no nos diluimos, que no desapareceremos entre la incesante marea de personas, aunque sigamos vivos.  Te equivocas al pensar que si mi memoria se ahoga entre las mujeres, la tuya no se pierde entre los hombres. Ni tú ni yo somos especiales. Solo somos un punto del infinito que ya ha pasado, un sueño disonante de nuestro auténtico yo (el único y presente). 
     

Y aunque te empeñes en demostrar, 
en alterar, en vencer, en claudicar. 
Ya no eres tú y ya no tienes público ni rival.
A nadie interesan nuestras sombras,
las que siempre permanecen detrás.
No intentes vivir de una herida
que nunca quisiste curar.

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