viernes, 4 de diciembre de 2015

Atrapada

     Siento que la pasión derretida me llama. Llama por dentro, a los huesos de mi cabeza, como si mi cráneo fuera una puerta por la que fuera a salir. Me golpea muy fuerte. Pero no siento miedo, desafortunadamente, no es una de las demasiadas cosas que no entiendo. La conozco desde antes de tener edad para comprar alcohol, la razón empírica me la presentó. Tú también la tienes, todos la tenemos. 

     Deja de llamar y me araña, sabiendo que quizás el chirrido de sus uñas resuene en toda mi osamenta hasta llegar a las costillas y retumbar en el corazón. La razón empírica por su parte me susurra:

"Regardez vous, vous êtes triste."

Y al mismo tiempo me acaricia con recuerdos, con la idea de que en estas cosas, cualquier tiempo pasado fue peor.  Pero eso solo me hace más consciente y la derretida se convierte en la empírica. 

      Me siento entonces atrapada en el impenetrable muro de mi carne, sola, sedienta de palabras que describan la realidad que no existe más allá de ese muro, que solo describen sombras platónicas.  Me tienta la idea de dejarme pudrir aquí dentro y dejar de intentar estar a la altura por si decides venir a buscarme.

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