viernes, 8 de febrero de 2013

Niña, niña, niña

Puedo responderle a tu sombra que yo no jugaba a ser mayor. Tu sí. Esa es la razón por la que mis sentimientos eran de verdad y los tuyos un mero borrador a día de hoy.

Me torturo y acallo a cada momento en un debate interno de años que me atosiga sin descanso. Me doy cuenta de que el misticismo que yo atribuía a la palabra "nosotros" no era más que engaño, que ficción romántica. 

No me arrepiento, es más, me siento orgullosa de poder creer aún en la pareja más allá de lo terrenal, de lo conveniente, de la complicidad. Me siento privilegiada por no haber caído en la madurez social, de esperar más y más de la vida, de buscar de forma exigente en las entrañas de todo para que cuando encuentre merezca la pena.

Me entristece profundamente que sientas pena por mí, porque la persona de la que yo me enamoré nunca haría eso, sentiría admiración.  Me decepciona enormemente que te hayas conformado con la primera opción fácil que encontraste en la gran capital. 

¿Sabes? Me gustaba más aquel niño que jugaba a ser mayor que el mayor que se atreve a despreciar lo que sintió ese niño. No eres tú, ya no, por mucho que cuando te mire ese niño me grite desde el fondo de tus ojos en mis sueños. No puedo hacer nada para salvarlo. Supongo que yo también he crecido.

 

domingo, 3 de febrero de 2013

En mi pelo


Me he despertado
Y olía a ti,
después de un sueño,
pesadilla vil.
Venías por casualidad
y no me amabas y sí.

En la distancia compartías
mi mundo más esencial,
te integrabas extragavante
en mis matemáticas y mi azar.

Y olía a ti,
Aún cuando me he despertado.
Esperando proveniencia externa
lo he buscado por todos lados.
He buscado en una irónica casualidad
Pero ha sido en mi pelo, en el tuyo
Donde lo he encontrado.

Nunca recuerdo fragancias
salvo la tuya.
Igual eres un sueño, emoción,
 tu mano no es suya.
Eres lo que yo quiero que seas
pero no tú, eres esencia pura.

Mientras tu perfume se fundía,
me he vuelto loca de atar,
agarrando sin cesar el viento
acariciándome el pelo a rabiar.

Caminaba,  melancólica,
procurando no pensar.
Te ibas, como en mi sueño,
yo volvía a la vida real. 

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