martes, 11 de octubre de 2011

Extraños Poderes

Jesús me informó de ello, mientras paseábamos por una calle cercana al parque del pueblo. "¿Sabes que todas las personas tenemos una frase que hace que sucedan a nuestro alrededor cosas extrañas? Solo con que tú la oigas ocurre."

- ¿De verdad? ¿Cuál es la tuya?- Respondí asombrada

Pero Jesús se negaba a decírmela, decía que era demasiado peligroso. Finalmente optó por decirme la mía propia, aún a riesgo de desconocer los efectos que pudieran surtir. "La tuya es..'Que te den'" ¿Que pasaría si lo dijese? No lo pude resistir y lo grité a los cuatro vientos.

Por lo visto, el efecto de mi frase era que volcaban los dos edificios que tuviese en frente de mí y el último de la calle. Un efecto bastante nefasto. Desee no haber tenido nunca conocimiento de ese poder y me tomé un descanso en un hotel de lujo.

Por desgracia descubrí unos ascensores llenos de fruta y señoras haciendo aeróbic que no me gustaron nada y acabé cogiendo un autobús de línea para marcharme de aquel lugar espantoso. Este autobús me llevó hasta el centro de una gran ciudad.

Justo allí, un señor mayor empezó a insinuarse. Yo quería rechazarlo pero temía una fatídica respuesta. así, intentaba darle largas hasta que se percató de que le estaba dando calabazas y me dijo: Sí, pues que te den.

-¡NO! -Grité, y salí del autobús en marcha tan rápido como pude. No poría parar los efectos de la frase y no sabía que sucedería pero pronto ocurrió. El autobús del que me había bajado volcó, y también otro edificio. Pude escuchar como algo al final de la calle también se derrumbaba y el caso se instauró como nuevo régimen en la zona.

Al mirar al autobús, podía ver a la gente quemándose y echándome la culpa del final de sus vidas. Era mi poder... no lo había pedido ¿por qué no me podía haber tocado en el reparto otro más bonito?

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