Jesús me informó de ello, mientras paseábamos por una calle cercana al parque del pueblo. "¿Sabes que todas las personas tenemos una frase que hace que sucedan a nuestro alrededor cosas extrañas? Solo con que tú la oigas ocurre."
- ¿De verdad? ¿Cuál es la tuya?- Respondí asombrada
Pero Jesús se negaba a decírmela, decía que era demasiado peligroso. Finalmente optó por decirme la mía propia, aún a riesgo de desconocer los efectos que pudieran surtir. "La tuya es..'Que te den'" ¿Que pasaría si lo dijese? No lo pude resistir y lo grité a los cuatro vientos.
Por lo visto, el efecto de mi frase era que volcaban los dos edificios que tuviese en frente de mí y el último de la calle. Un efecto bastante nefasto. Desee no haber tenido nunca conocimiento de ese poder y me tomé un descanso en un hotel de lujo.
Por desgracia descubrí unos ascensores llenos de fruta y señoras haciendo aeróbic que no me gustaron nada y acabé cogiendo un autobús de línea para marcharme de aquel lugar espantoso. Este autobús me llevó hasta el centro de una gran ciudad.
Justo allí, un señor mayor empezó a insinuarse. Yo quería rechazarlo pero temía una fatídica respuesta. así, intentaba darle largas hasta que se percató de que le estaba dando calabazas y me dijo: Sí, pues que te den.
-¡NO! -Grité, y salí del autobús en marcha tan rápido como pude. No poría parar los efectos de la frase y no sabía que sucedería pero pronto ocurrió. El autobús del que me había bajado volcó, y también otro edificio. Pude escuchar como algo al final de la calle también se derrumbaba y el caso se instauró como nuevo régimen en la zona.
Al mirar al autobús, podía ver a la gente quemándose y echándome la culpa del final de sus vidas. Era mi poder... no lo había pedido ¿por qué no me podía haber tocado en el reparto otro más bonito?
- ¿De verdad? ¿Cuál es la tuya?- Respondí asombrada
Pero Jesús se negaba a decírmela, decía que era demasiado peligroso. Finalmente optó por decirme la mía propia, aún a riesgo de desconocer los efectos que pudieran surtir. "La tuya es..'Que te den'" ¿Que pasaría si lo dijese? No lo pude resistir y lo grité a los cuatro vientos.
Por lo visto, el efecto de mi frase era que volcaban los dos edificios que tuviese en frente de mí y el último de la calle. Un efecto bastante nefasto. Desee no haber tenido nunca conocimiento de ese poder y me tomé un descanso en un hotel de lujo.
Por desgracia descubrí unos ascensores llenos de fruta y señoras haciendo aeróbic que no me gustaron nada y acabé cogiendo un autobús de línea para marcharme de aquel lugar espantoso. Este autobús me llevó hasta el centro de una gran ciudad.
Justo allí, un señor mayor empezó a insinuarse. Yo quería rechazarlo pero temía una fatídica respuesta. así, intentaba darle largas hasta que se percató de que le estaba dando calabazas y me dijo: Sí, pues que te den.
-¡NO! -Grité, y salí del autobús en marcha tan rápido como pude. No poría parar los efectos de la frase y no sabía que sucedería pero pronto ocurrió. El autobús del que me había bajado volcó, y también otro edificio. Pude escuchar como algo al final de la calle también se derrumbaba y el caso se instauró como nuevo régimen en la zona.
Al mirar al autobús, podía ver a la gente quemándose y echándome la culpa del final de sus vidas. Era mi poder... no lo había pedido ¿por qué no me podía haber tocado en el reparto otro más bonito?
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