A veces sientes que pasas página de verdad, para comenzar otra cosa.
Y no lo superpone. Tampoco lo suple.
Es algo nuevo, más maduro.
Pero esta vez sin rastro de resignación.
Las ideas claras, en un futuro lleno de ilusión difusa.
Y la mirada al frente
y una sonrisa apreciada provocada por una dulce, dulce voz.
Y no necesito nada más, solo eso para ser feliz.
Pero lo mejor de todo, es que por fin, de una vez por todas,
ya no te necesito para estar triste.
jueves, 28 de abril de 2011
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