No podía levantarme, no hasta que recibiera su llamada, pero era demasiado arriesgado. Nadie sabía nada de él desde hacía años, yo ni siquiera lo conocía. Lo único que se sabía es que Melquiades lo controlaba y no quería dejar de hacerlo.
Ya de madrugada la pantalla de mi teléfono móvil se iluminó, él me llamaba. Me apresuré a cogerlo antes de que el tono despertara a alguien.
Con miedo ante la incertidumbre de lo que acontecería me acerqué el aparato al oído -Gracias por llamarme, muchísimas gracias.- Le susurré.
Solo recibí como respuesta una respiración profunda y el sonido de la tecla de su teléfono para colgar. Al unísono se oyó la puerta de mi casa. Era imposible, mi padre estaba durmiendo y nadie más podría entrar en mi casa. Entonces lo supe: Melquiades.
Apareció de forma lúgubre en el pasillo, era muy grande, pero tendría unos 16 años, su pelo le llegaba a los hombros y era rubio y destacaba enormemente su fealdad. Se dirigió hacia mí y mi miedo se acrecentaba....
Desde entonces no puedo huir de él, aparece siempre por la noche, da igual que bloquee todas as puertas y ventanas, él consigue abrirlas. Nunca habla, su paso es muy rápido y su expresión
seria...
jueves, 25 de febrero de 2010
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