Escribir las caricias como si fueran un dictado del colegio, con puntos seguidos, puntos aparte, punto final.
Reescribirlas en casa, porque entran en el examen del lunes.
Poseerlas, vomitarlas, diseccionarlas, agotarlas hasta que pierdan el sentido. Romperlas hasta que sepan a derrota.
Y navegar de nuevo en mi corazón-coraza, mientras espero que resucite mi maestra.
lunes, 28 de mayo de 2018
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