martes, 24 de marzo de 2015

A mis Marzos.

Marzo de 2015 se me está pareciendo demasiado al de 2010. En este diario, tan poco diario, me leo y es tan parecido lo que siento ahora a lo que sentí entonces. Tan tontas emociones, tan idolatrada la nada... Tan sola, tan acompañada. Pocas personas persisten en mis momentos, si acaso un querido amigo, una hermana, una segundo plano que sigue igual de borroso, un recuerdo baldío más desdibujado que antes.

Te pareces tan poco a ese Marzo, Marzo, pero me provocas lo mismo. No te alejas en un tren, y puedo elegir enfrentarme a tus días, pero eres tan frío que solo me produces líneas en mi cabeza. Me recuerdo siendo una pantera que caminaba a las cuatro de la tarde, calle abajo, hacia Cruz de Juárez. No sé adónde iba, ni que iba hacer, pero sé que reprimía mi sufrimiento, me lo estaba fagocitando, me estaba sintiendo fuerte, aunque herida. El sol era sucio, formaba una neblina de luz oscura mientras yo componía alguna instrucción de uso. 

Qué diferente mes un lustro después. Porque entonces fui yo quien  vio devuelta en forma de agujas su tremenda valentía, y ahora me he dejado arrastrar por los alfileres. Pero debo verte, Marzo, para que llegue Abril, mi cumpleaños, la feria, y la brisa de por las noches. Abril siempre me acoge, confío en él, en el césped, en la luz limpia, en los resquicios que quedan entre el follaje. Y puedo mirar hacia arriba, como antes, a las copas de los árboles que me hacen sentir tan mundanamente pequeña, sin que me haga falta mirar a la luna o a las estrellas. Las hojas que se mecen con la brisa que anuncian que el calor está llegando, que está llegando el momento cerrar los ojos y respirar.

Ay Marzo, sé bueno conmigo esta última semana.

0 regalitos:

Publicar un comentario

Lo más leído