jueves, 29 de diciembre de 2016

MM

- Cásate conmigo.
- No me lo preguntes.
- ¿Porque me dirías que sí? -contestó riéndose.

martes, 27 de diciembre de 2016

Volveré a escribir en papel

     Iba a escribir un millón de cosas en un cuaderno. Pero al final no tuve tiempo, ni ganas. Iba a escribir que escribía en las mesas de los bares para después no escribir en ningún sentido. Iba a contar las teclas de mi voluntad, de ver pasar a las personas como en un escaparate de temporada. Iba a deshilar mis sueños, pero ya se me han olvidado. 

     No te pedí escribir, ni tú me pediste que escribiera, y mi cuaderno de bitácora sigue vacío, esperando que el papel clarifique una historia digna de fundirse con tinta de verdad. 

domingo, 18 de diciembre de 2016

Lágrimas que no importan

Mi sueño buscaba tus lágrimas en un ir y venir de cafeterías. Pero, siendo consciente de la realidad, igual que dibujó un corazón de piedra rota pendiendo sobre su cabeza, dibujó entre tus manos un proyecto ridículo en el que podrían dormir tus lágrimas para siempre, incluso antes de caer.

Le pedí a mis sueños que dejaran de buscarte nada. Tú te dejabas arrastrar por el río. Yo caminaba, que no nadaba, por la orilla, siempre a contracorriente. 

jueves, 15 de diciembre de 2016

Y por lo menos esto no es una red social

Supongo que has experimentado eso de enterarte indiractemente, a la vez que otros tantos, de que tú eres una maceta rota.

martes, 13 de diciembre de 2016

El carnaval del año pasado

     El carnaval de Cádiz del año pasado cubre doblemente mis recuerdos como una venda milagrosa. Por un lado me recuerdan el tiempo, una etapa angustiosa de mi vida, la imagen de una lámpara que se repetía todas las mañanas en mi soledad de las 9 de la mañana, que cada día me decía que sería la última, hasta que lo fue una tarde. Me aíslan en un mundo oscuro y frío, de techos altos, donde el desprecio se escurría de forma pasivo-agresiva por el pasillo que iba del salón al dormitorio, en el que siempre fui una intrusa.

    Por otro lado me recuerda que allí estuvo como un método de salvación natural, que me salva de la soledad, que me une al pueblo, a su tradición y a sus voces. El carnaval me libró de nuevo del peso, de la desesperación, me embarcaba en balsas donde podía respirar libertad.  Tu actitud no consiguió quitarme las coplas de febrero y eso hace que recuerde como lo malo nunca pudo con lo verdaderamente bueno. 


Por eso esta comparsa no solo me transporta a Cuba y a Cádiz, no solo comparte conmigo un mensaje social, sino que constata que nunca dejé de ser del todo yo. Ese es el regalo que hace el carnaval, ser de la gente. 


jueves, 8 de diciembre de 2016

Tu torso invisible y su poema de noche

Soy incapaz de recordar tu pecho, lo mezclo con miles de pieles y relieves. No puedo recordar los lunares de tu torso, quizás nunca los miré realmente. Aunque no tenga sentido, podría ser de un color completamente diferente al resto de tu cuerpo. Es tan difícil de visualizar que intentarlo, como un mero ejercicio, y no tener éxito me reconforta y casi se me olvida la otra cosa en la que estaba pensando. Y entonces le escribo esto al que presentiste pasando el puente de la playa:

Aquella noche la avenida
estaba llena de proyectos.
Azahara estaba en su Medina,
tú y yo intuíamos nuestros sueños.
Podrías ser mil personas
que estarían con mis mil reflejos,
pescaríamos con descaro
un futuro con mil anzuelos,
una noche para estar solos,
siendo chulos entre tequieros.

Fuimos agotando las balas,
renunciamos a volar sin miedo,
olvidamos nuestras promesas
y no fuimos más ni fuimos menos.
Tú te fuiste a un mundo frío,
poco andaluz, que yo no entiendo,
y yo me llevé Andalucía conmigo,
como jamás pensamos hacerlo.

Yo, como prometí, navego en las matemáticas.
Tú, como jamás pensaste, eres uno de tantos ingenieros.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Atardeceres

    Hay atardeceres agobiantes y deprimentes, como los de la torre eléctrica de la campiña sevillana. Solo tienes que moverte cinco metros para que deje de ser un atardecer morado y sofocante, para que deje de rebotar en las paredes blancas llenas de grafitis, para recordar que ya se asoma la "Nuna" aunque sea de día. Solo tienes que moverte unos años para que recuerde las confidencias en los poyetes que asomaban del alcor, de las noches tranquilas en los que "ya la Luna" iluminaba todos los cultivos, los girasoles apagados.

   Y entre medias están los bares cordobeses, también al atardecer, pero frío. Y a veces allí estoy yo, atravesando la barrera invisible que sostenía la mesa, acariciando el deseo de que aquel momento automático nunca atardeciese. Y después, en cada suspiro, se desinflaba la luna.

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