viernes, 29 de abril de 2016

Preguntas a las respuestas que nunca me diste.

¿Qué eres si no una consciencia caduca?
¿Qué eres si no una sombra en el presente?
¿Qué habrías de importarme en el futuro, en tu muerte?
Cuando ya no tengas consciencia y tu sombra sea enorme.
¿Pero qué me importan a mí las sombras?
¿Y las consciencias? Si todas han de morir.

¿Por qué habría yo de mirar tus ojos que ahora me ignoran?
¿Tu sonrisa que se pavonea de la mía?
¿Por qué tengo que pensar que en realidad tu vida es miserable?
¿Por qué tengo siquiera que preocuparme de cuantas pobres desgraciadas has capturado en tu cama?

¿Cómo tengo que soñar para no preguntarme todo eso antes de despertar gritando?

¿Qué tengo que hacer para que me deje de importar que yo no te importe? Para aceptar que soy una sombra, que soy una consciencia y que fui simplemente una de esas desgraciadas a tu lado, y por ser una entre tantas, para ti no he sido nada, solo otro golpe autoinfligido en tu consciencia, que solo quieres olvidar.

Recuerdo que eres todo fachada, que lo has vuelto a ser. Que a fuerza de olvidarte me olvido a veces de quien eres en realidad. Que no eres alternativo, que no eres sensible, que no eres transgresor. Que llevas décadas aspirando a serlo y llevándote por delante a cualquiera que se te acerque.

Eres un monstruo vestido de guapo interesante, eres droga de la peor clase y no me voy a dejar arrastrar por eso. 

Intentas recuperar los años irrecuperables de tu vida que perdiste dejándote llevar por la inercia y refugiándote en el trabajo. Pero no puedes porque no tienes actitud, solo hechos aislados que no construyen, que no se pegan. No eres buena persona, ni siquiera eres simpático. Presupones siempre lo peor de las personas, menos de las que son lo peor, y luego reflejas todos tus errores en los demás.


Te adueñas del término justicia, diciendiendo lo que es justo y lo que no y abanderándote en la bondad. Y si eres cruel machacas días después al que te siga la corriente. Haces dogmas de justicia que no sabes seguir porque persigues algo que no buscas. Estás enfermo de autocrítica que no digieres, que vomitas sobre los demás.

Y yo soy yo, con mi poca paciencia, con mis sonrisas, con mis ideas, con mi mala leche, con mi humor ácido, con mi gratitud, con mi manera de enfrentarme al mundo, con mi manera de ser feliz y con mi familia (pase lo que pase). Yo soy yo, y gracias a que no quiero ser como tú, soy mucho mejor.

Lo más leído