sábado, 19 de marzo de 2016

Como soñarlo y desoñarlo

La diferencia entre tú y el amor es un sueño. 

Cuando sueño con el amor, me despierto triste porque me él ha amado como ya no está permitido en mi realidad. Es una amargura que no me pesa, que forma parte de mí, de mi parte romántica. 

Cuando sueño contigo me despierto desesperada, deseando no haberte amado nunca. Me siento enferma de dependencia, llena de rabia cuando revivo como me humillaba para poder poner otra tirita a una herida de metro y medio. En mis sueños eres claramente el monstruo de crueldad que mi corazón intentaba justificar.

Pero a través de los sueños mi mente se desintoxica, te expulsa. Y cada vez son menos.

lunes, 14 de marzo de 2016

¿Qué sería de la desconocida?

     Estoy pensando en una mujer cuyo nombre desconozco, de la que solo oí hablar en una ocasión. Una chica irrelevante en la historia, con una tesis rota como su corazón. 

"En un momento dado esa chica desapareció y nunca más se supo."

      No he reparado en ella hasta hoy.  Se volvería loca, huyó y nunca más volvió. Y no te importó en absoluto, si acaso te sirvió para empezar a autocompadecerte. Hablaste de ella como si fuese una mancha irrelevante de tu pasado. 

      Tu pasaste por si vida y la tuya apenas la rozó. Me pregunto adónde iría. Me pregunto cómo sería en realidad. Si sería una mujer divertida o dulce. 

       Estoy convencida de que en algún momento, yo seré ella. Si no he sido ya un paréntesis en los oídos de una extraña, una palabra muerta en los labios de un fantasma.

Rayito

       Cuando voy a la facultad y me creo que voy al colegio o al instituto, y me creo que la radio de mi móvil es mi mp3 al que le cabían cien canciones.

       Cuando me siento chica, me siento yo, Mariquilla Turruete. Me lo veo en los ojos en el cristal de un coche. Ningún huracán ha pasado por mi corazón y todo se le antoja nuevo.

        En ese momento lo he olvidado todo. Esté en Francia o Andalucía, cada calle será siempre mi barrio de Córdoba, en dónde cada paseo era la mayor aventura.


Ahí se asoma mi parte más bonita, más pura y feliz.  La que te quería solo en forma de ilusión infantil.


¿Qué les pasaría a mis amigos del colegio?

miércoles, 9 de marzo de 2016

Estás siendo injusta

No te mereces mis sueños, ni mucho menos mis pesadillas.

No te mereces mi sudor por la mañana, ni mi respiro cuando me doy cuenta de que estaba soñando.

No te mereces mis recuerdos, ni te mereces mi sonrisa.

Y todo lo que te mereces: ser feliz, ser respetado, ser querido, ser apreciado, lo aplastas con la mirada distante.


No me merezco soñar con eso.

domingo, 6 de marzo de 2016

Mescalina

     Recuerdo el libro que me regalaste y se me encoge de nuevo el corazón. Como un recuerdo del poder del primer amor. También me veo buscando desesperadamente años después una respuesta entre sus páginas. Y ahora me siento a mí, valorando el chaval que fuiste como simplemente puro. 

    ¡Cómo cambian las puertas de la percepción con cada año que pasa! ¡Cómo se esclarece todo! ¡Cómo aprendes a no arrepentirte y a perdonarte! 

      El tacto de la ropa de un hombre siempre será mi mano en tu espalda tocando tu camiseta. Porque eso soy yo, al margen de ti. Yo soy tu sombra sobre mí y soy tu juventud. Todo pasado y nada presente. 

     Y miles de caminos para llevar los cristales de nuestro espejo conmigo. 

viernes, 4 de marzo de 2016

Otro Marzo

     Hola Marzo. Ya estás aquí otra vez para enfrentarme conmigo. Me recuerdas que se escurren por mis piernas mis planes de futuro manchados de sangre limpia. Me haces soñar con lo perdido y con lo que no tendré. Rompes mi camino, pones una valla y me diriges hacia más y más encrucijadas que son mi vida, que son mi mente.

     ¡Ay, Marzo! Te me antojas un mes de otoño, pero limpias el invierno y liberas todos los osos pardos que estaban dormidos. ¡Qué incómodo eres, Marzo! Otro año, y otro, y otro más, y yo solo tengo veintitrés. 

     Mayea en mí alguna vez. 
 

martes, 1 de marzo de 2016

Cómo he salido de una relación tóxica.

Sabes que cuando estoy triste escribo. Que lleno este espacio de palabras en vez de un cuaderno. Que mis amigos, los de verdad, a veces buscan aquí mi parte más oscura. Pero estos meses me robaron tanta felicidad que me han robado hasta parte de la tristeza. Estaba tan preocupada por todo que apenas si pude preocuparme por escribir.  Y ahora me siento en la obligación de escribir esto porque sé que hay muchas personas que están pasando por una relación como la que yo acabo de pasar y que no se atreven a dar el paso.

Mi vida ha estado llena de negatividad, de losa sobre losa, de palabras que duelen y silencios que matan. Falta de miradas, de caricias, de cariño, de fuerza, de dulzura y de apoyo. Me he cargado de responsabilidades que no son mías, de infelicidad que no he absorbido, sino duplicado. He regalado amor correspondido con monosílabos. Me he desesperado, he suplicado por las migajas del amor que, según él, le sobraba. He querido ser la solución a un problema mal planteado. 

Entonces se acabó, dejé de sujetar la carga tan pesada de nuestra relación y todo se vino abajo, porque hacía ya tiempo que él solo miraba, dejándose querer, carcomido por la depresión que le producía que yo no fuese la figura idealizada de sus sueños. ¡Qué miedo daba que todo lo que estaba sujetando se me viniera encima! Por eso quizás tu aguantas también esa carga, esa dependencia. Pero cuanto más aguantes, más peso vas a tener sobre tu hombros. Y no, no te preocupes, nada va a caer sobre la otra persona, porque se alejó de la sombra de esa carga hace tiempo.  

Se derrumbó sobre mí, sí. Me ahogó. Pero las heridas se sanan con el tiempo. Y me siento triste pero aliviada. Porque hay algo que he aprendido. Que la felicidad, sobre todo en una relación de pareja, es algo momentáneo. Que hay que esforzarse por ser feliz, valorar las cosas buenas y regalar esa felicidad a los demás. Que cuando no haces ese esfuerzo, que quizá no lo sea tanto, te hundes como quien deja de mover los pies en el agua.  Que si te resignas a ver a los demás sufrir solo encontrarás sufrimiento en ti mismo. 

Sé que haré todo lo posible para no ser así y he aprendido que no quiero en mi vida a personas que no busquen la felicidad en ellos y en los demás. No quiero personas que solo lloren por su infelicidad y la que causan a los demás en lugar de aprender y subsanar sus errores.  No quiero a nadie que vuelva la cara ante las lágrimas que provoca para no sentirse mal.

Quiero a personas que sean el motor de sus vidas, que no necesiten a nadie que tire de ellos para vivir. No quiero que nadie me deba nada emocionalmente o que sienta que yo le debo algo. 

Tú, haz lo mismo. Sal de ahí. Aprende a quererte y a ser feliz por ti mismo. Y después, busca personas positivas, que te valoren y, lo más importante de todo: Valora a esas personas y fomenta tu relación con ellas, no las pierdas.

Y no, no estoy mal. Porque sé que cuando vuelva a amar, amaré y me amarán mejor. 

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