martes, 31 de marzo de 2015

Omnipresencia

Ya habían muerto tres y estaban abocados al fracaso. Me llamaron como último recurso. Así que allí estaba yo, subiendo en el ascensor entre aquella enorme estructura de hierro, colgada bocabajo con una máscara metálica y la punta de mi enorme melena magenta rozando el suelo. Al llegar a la superficie tendría que camuflarme, de modo que programé la imagen de un hombre de treinta y pocos de lo más normal. En la azotea todos me esperaban, al verme se les dilataron las pupilas.

Los guié hasta la sala de las escaleras mecánicas. Diez escaleras mecánicas de once metros, alternadas las ascendentes con las descendentes, nos proponían un juego de baile y chocolate blanco. Si ganábamos ellos serían libres. Yo llevaba el compás entre la muchedumbre de centro comercial recién programada. El chocolate volaba hacia la planta superior. Los empecé a notar nerviosos, creo que el sistema estaba revelando su verdadera naturaleza. Cuando sintieron pánico estuve en condiciones de decirles lo que ocurría: Estaban en mi juego, y en mi juego yo era todos y cada uno de los personajes.

Cualquier personaje que escogieses ya tenía mi cara, excepto el de aquellos dos, que me miraron despavoridos pidiéndome una independencia imposible de otorgarles. Eran parte de mí y el sistema también  les cambiaría el rostro. Aquella noche me dí cuenta de que soy muchas personas. Recuerdo sobre todo ser una pareja a la que no les importaba no ser nadie, ni ser yo. Estaban en una cafetería acristalada, con todo el mobiliario blanco. Uno de ellos le regalaba una tarjeta de Navidad al otro. Y reían.

Si no me duele no escribo

Rómpeme el corazón cuatrocientas veces
y escribiré cuatrocientos versos.
Si no me lo partes ni te preocupes,
ya me encargaré yo de ello.
Necesito poesía en mi vida,
de esa triste, que me rebane el alma,
para mirarme en un salón leyendo
de espaldas, junto al tocadiscos.
Que no rime nada en cada frase,
que se me pierdan los ojos en mi reflejo.

Así no estaré vacía,
comenzaré a rimar cada miedo,
seré todo melancolía
y así definiré mi credo.
Me demostraré que estoy viva,
que muchas veces quiero y no puedo.
Me escucharán los que puedan
entrar en este antro de lujo,
entenderán lo que quieran,
leerán mis sueños en cinco minutos.

lunes, 30 de marzo de 2015

Resolución

Mi profesor del colegio me transmitió esta idea en un recreo. Cada segundo cambiamos un poco. Metamorfoseamos sin prisa en el tiempo. Nos sustituimos la sonrisa, la vanidad, los celos, el desprestigio y la vergüenza. Y pasada la prudencia de nuestros recuerdos, ya no somos los mismos. En consecuencia  pierdes la vigencia, porque te emborronas en la ficción de las semanas pasadas, que en realidad ya no existen. Entonces me miro y no me reconozco, porque era otra persona.

Resurjo a cada minuto que pasa. Fuerte de tantas veces nacer, vulnerable de tantas veces morir, y viceversa. Solo has de ser hojas de otoño perdidas ahora que siento el azahar de Sevilla. Tú serás tú, pero no serás nadie. Me hablará un desconocido sin interés que nunca me ha besado.

Mi profesor también me dijo un día que todos los amores verdaderos son correspondidos. Creo que tiene razón, que los amores intensos sin respuesta deberían tener otro adjetivo que los acompañase, por ejemplo, amores improductivos.

domingo, 29 de marzo de 2015

Beso mínimo que me recuerda de donde vengo.

Cada día la clase era en un sitio diferente. Lo habían cambiado todo. El complejo de edificios me recordaba a la universidad en París, pero las instalaciones eran mucho más nuevas y siempre hacía sol. Un laberinto de clases de veinte personas se habría paso ante mí todas las tardes. Era un misterio, igual que las tres bombillas gigantes que habían aparecido en la parte superior del edificio que se veía desde la ventana de la casa de los abuelos.

Estaba haciendo un máster en Matemáticas Artísticas, era un rama súperespecializada. Un compañera, que había estudiado Bellas Artes, me pidió que la acompañara a Madrid a coger unos pinceles. Acepté, había que ser amables con los nuevos compañeros. Además, tenía que despejarme, ese tipo me había vuelto a regalar su frase de cada dos días y me estaba poniendo nerviosa otra vez.

Al llegar a la capital, atravesamos un jardín y entramos a un bloque de apartamentos con azulejos grises por todas partes. Era la casa de su mejor amiga. Tenían organizada una fiesta. Miré. Te vi. La vi. Y entonces supe que era vuestra casa. Sonreí, te explique lo que hacía allí. Fuimos a un cuarto sin ventanas, con una luz roja tenue sofocante.

No sé si había llevado ese pincel reseco de pintura naranja todo el viaje, pero el caso es que allí estaba yo, en actitud psicópata. 

- Sabes que estoy loca - te dije mientras te pintaba un círculo naranja en el antebrazo, - pero gracias a eso te querré toda la vida. 

Acto seguido te besé levemente en los labios y los dos sonreímos. Me gusta besarte en sueños porque son los únicos besos que no invento, sino que reproduzco tal cual, nítidos en todos los sentidos. Salí de allí corriendo para acompañar de nuevo a Malena a Sevilla. Durante la vuelta tuvimos un desencuentro basado en tu relación y dije cosas que no debería haber dicho sobre nosotros. Ella prometió no contarlas.

De regreso en el campus, había que encontrar la clase de Criptografía, pero nunca lo haría. Todas las aulas se habían convertido en bibliotecas para mis antiguos compañeros del instituto.

Sosegándome el corazón.

Tengo que remontarme atrás en el tiempo. Tengo que ponerme un pichi de pana de pasear por los jardines de la Victoria. Tengo que ir a ver nacer a mi hermana. Tengo que ser pura, cristalina, cordobesa. Tiene que no haber nada en las nubes. Por favor, que no haya nada allá arriba.

Tengo que simplificar más aún mi vida. La vida es simple, somos nosotros los que nos la complicamos. La trayectoria es básica. Pero la simplicidad me acerca a la muerte que tanto me aterra. Se me está yendo de las manos la cabeza. 

Tenía que haber dejado pasar el tiempo prudencial de duelo. Tendría que haber dejado que luchasen por mí, después de tanto tiempo peleándolo todo por creer en el amor. Ya sabía lo que era el amor. He querido tan bien y con tanta dedicación. Me he sentido tan querida y tan diferente. Y aunque esas diferencias hayan terminado por rompernos, él me hacía sentir segura. Ahora no puedo confundir el ocio con mi vida, no puedo aferrarme a la búsqueda de mi sonrisa fácil.  No me gusta la persona en la que me conviertes, ni los sentimientos que me despiertas. Odio que jueguen conmigo, y odio que en realidad no lo hagas. No me dejo avanzar, y tú tampoco. Y no lo sabes. O no te importa. (Disyunción no excluyente)

En ocasiones siento paz. Hoy por primera vez en el año, la noche ha sido veraniega. El calor me sofocaba de manera tenue los hombros, la brisa me alegraba las mejillas. Eso es independiente de mi corazón, puesto que eso siempre ha sido así, desde que tenía mi pichi de pana. Es embriagador, es mi pasado en el presente, es la certeza de lo imperturbable de la naturaleza, del tiempo. Es algo que siempre me acompaña. Me he puesto mi vestido nuevo, corto, de tirantes. Me he cruzado con decenas de miradas. He sentido que me merecía esta tarde-noche, que era solo para mí. 

Voy a simplificar mi vida, voy a tomar el caso mejor y a programarla con el algoritmo de mínima complejidad, el de la brisa nocturna. 

Demasiada densidad para mí.

Me duelo,
me canso de dolerme,
de volverme loca.
Me callo,
dejo de quererme
me estampo contra tus rocas.
Me obceco,
no me dejas de verte,
mi yo y mi orgullo se chocan.
Te mato,
te asesino en mi mente,
pero es a mí a la que van las moscas.

No dilucido mis fracasos,
no entreveo tus miserias,
no me gusta lo que haces,
pero te cuelas en mi cabeza.

sábado, 28 de marzo de 2015

Escríbeme una carta, espérame en la puerta.

¿Recuerdas cuando la lujuria y el amor se mezclaban en un todo difuso? El deseo era incapaz de escindirse de esa totalidad, era una paquete de todo incluido con el que, sin duda, todo era mucho más sencillo.

Pudiera ser también  que la ausencia de la mensajería instantánea evitase el estrés del deseo de comunicación. Antes era tan fácil soñar, era tan fácil olvidar. Éramos mucho más misteriosos. Ahora somos unos exhibicionistas de acciones y sentimientos que en realidad no son nuestros. Ya no somos nosotros y sin embargo creemos conocer a los demás, que tampoco son ellos.

Solo las relaciones diarias se ajustan a la veracidad de la realidad interna de cada persona. Entonces, queriendo buscar esa relación verdadera, recurrimos a todo aquello que nos la ha arrebatado. Y todo se pierde de nuevo. Y yo me arrastro sin remedio a demostrar algo por esos medios que de nada sirven.

Era mejor cuando mi esperanza era coincidir contigo fortuitamente. Eso me obligaba a ser yo sin pretender ser más ni menos. La imposibilidad de verte no me entristecía, sino todo lo contrario, me daba un sueño y me quitaba una responsabilidad. Podía delegarla en el destino, y el destino a mí no me fallaba.

El problema es que el destino destruye a mi falso yo hipercomunicado. El porvenir está molesto con nosotros por arrebatarle sus funciones y ya no me deja soñar despierta.

martes, 24 de marzo de 2015

A mis Marzos.

Marzo de 2015 se me está pareciendo demasiado al de 2010. En este diario, tan poco diario, me leo y es tan parecido lo que siento ahora a lo que sentí entonces. Tan tontas emociones, tan idolatrada la nada... Tan sola, tan acompañada. Pocas personas persisten en mis momentos, si acaso un querido amigo, una hermana, una segundo plano que sigue igual de borroso, un recuerdo baldío más desdibujado que antes.

Te pareces tan poco a ese Marzo, Marzo, pero me provocas lo mismo. No te alejas en un tren, y puedo elegir enfrentarme a tus días, pero eres tan frío que solo me produces líneas en mi cabeza. Me recuerdo siendo una pantera que caminaba a las cuatro de la tarde, calle abajo, hacia Cruz de Juárez. No sé adónde iba, ni que iba hacer, pero sé que reprimía mi sufrimiento, me lo estaba fagocitando, me estaba sintiendo fuerte, aunque herida. El sol era sucio, formaba una neblina de luz oscura mientras yo componía alguna instrucción de uso. 

Qué diferente mes un lustro después. Porque entonces fui yo quien  vio devuelta en forma de agujas su tremenda valentía, y ahora me he dejado arrastrar por los alfileres. Pero debo verte, Marzo, para que llegue Abril, mi cumpleaños, la feria, y la brisa de por las noches. Abril siempre me acoge, confío en él, en el césped, en la luz limpia, en los resquicios que quedan entre el follaje. Y puedo mirar hacia arriba, como antes, a las copas de los árboles que me hacen sentir tan mundanamente pequeña, sin que me haga falta mirar a la luna o a las estrellas. Las hojas que se mecen con la brisa que anuncian que el calor está llegando, que está llegando el momento cerrar los ojos y respirar.

Ay Marzo, sé bueno conmigo esta última semana.

¿Y si la vida careciera de variables?

A veces una pequeña frase de un libro te reconforta como al personaje, pero de otra manera. Estaba leyendo "Tetrammeron" de Somoza y me topé con esta reflexión.

"Nadie ha hecho la vida, la vida se ha hecho a sí misma."

¿Y si es así? No hay nadie que mueva los hilos desde dentro, nadie que los mueva desde fuera. No somos dioses, ni Dios somos nosotros. El transcurso de las acciones se desarrolla simplemente a nuestro alrededor, pudiendo actuar de manera muy limitada sobre ella. Nuestro efecto mariposa poco tiene que ver conmigo, ni contigo, ni con nadie. La vida existe de manera independiente. Se contorsiona para hacernos felices o apuñalarnos por la espalda. Solo tenemos que amoldarnos a su silueta, empujando levemente, ciegos observadores de nuestra existencia.

lunes, 23 de marzo de 2015

La raíz de una ilusión que se marchita

No voy a romper tu nota, mi síndrome de Diógenes emocional no me lo permite. Pero la esconderé en lo más profundo de mi caos.

domingo, 22 de marzo de 2015

Como el Helio

Déjame que te espere
hasta que me canse.
Que te tenga en mi mente insana
hasta que me aburra de tu imagen.
Permíteme jugar a quererte
en una determinación del futuro.
Dame un límite,
aunque sea asintótico,
y no me hables más
y podré dormir por las noches.

sábado, 21 de marzo de 2015

Me veo en la distancia

Demostrando ser yo, me zambullo en quien no soy. Yo nunca me he demostrado, porque ese hecho es intrínseco a mí misma. Por eso cuando pretendo que alguien lo comprenda, entro en un espacio dual, en el que soy otra persona, pero desde luego no soy la que quiero conozcas.

Y en mis intentos de explicar esta tesitura, me alejo aún más de mis raíces. Y todos interpretan que soy vulgar y demente. Y creo que tienen razón.

Ojalá no tuviera que explicarme.

Los muebles se mueven solos

Mi habitación está viajando en el tiempo. He pestañeado y la cama de matrimonio y las mesitas de noche nacaradas se han esfumado. Una niña  de trece años con dos trenzas ha saltado por encima de mí y ha pegado su cama a la pared, con su colcha de flores sonrientes. Su vida se irá  transformando con su cuarto hasta que no le quede ni un resquicio de infancia.  Su ordenador de mesa delante del cual gastará  tantas horas se quedará obsoleto, demasiado viejo y pequeño para su nueva vida.  En la mesita pleglable de la pared sus apuntes serán cada vez más  científicos y las matemáticas  ocuparán un sitio indispensable. Porque ellas nunca la defraudarán, aunque alguien de su mundo puede que lo haga. Ellas son seguras, no te confunden, no te mienten. Podrá con ellas algunas veces, y se dará de bruces con un muro de análisis otras, pero nunca estará en la incertidumbre, para eso estará ya su corazón.

Si ella supiera que dentro de un mes conocerá al chico, que más  tarde será  hombre, que más tarde la hará ceniza... Tendrá la sonrisa plateada y la contagiará de sueños. En su camita empezará a tener esas pesadillas que de vez en cuando  todavía  me asaltan a mí en la penumbra. En dos años su alma será un huracán,  no será su primer beso, pero será  su primer amor, y dejará un herida tan profunda que él será capaz de abrir siempre, porque nunca terminará de cicatrizar.  Ay, niña ilusionada con el bádminton, si supieras la lesión crónica que te espera, que te alejará de ese mundo para siempre. No sé si te gustaría saber que gracias a eso estudiarás francés  e italiano y abrirás muchas ventanas.


Pero mi habitación  se está  transformando aún más. El morado de las paredes se ha caído y ha dejado paso al amarillo. La mesa del ordenador ha sido sustituída por el viejo escritorio de mi padre,  pintado recientemente del mismo color que las paredes. Al lado un pequeño televisor de botones y en lugar de la mesa plegable, un mesita con dos pequeñas sillas sobre una alfombra para jugar con  los cochecitos adornan la habitación.  Es la sobremesa, y dos niñas juegan y corren de un lado para otro, será  la última  época  en la que serán  amigas antes de empezar a distanciarse sin remedio. Verán en la tele los dibujos animados  que recordarán con nostalgia con sus amigos andaluces cuando estén en la universidad.  Y la mayor empezará a escribir con el corazón,  gracias a su profesor de primaria, don Agustín, al que siempre le agradecerá  ser la persona que será.  Decidirá  que quiere se profesora  de lengua  para no alejarse nunca de las palabras. Eso no se cumplirá,  pero las palabras te acompañarán siempre como amigas, estarán ambiguas en el momento que las necesites, serán cambiantes a lo largo del tiempo. No te preocupes, estarán cada mañana, por si tu cuarto empieza a cambiar y necesitas contárselo a alguien.

viernes, 20 de marzo de 2015

Usa el odio, está ahí para algo

Aférrate a esa frase, la que es un gusano en tu corazón. Esas palabras que te hicieron carne sin alma, objeto de tortura y prostituta de sentimientos. Cuando quieras soñar piensa en lo que dijo papá, y no se los des a cuatro risas si te acusan de todo eso, porque tú te conoces.

Eso solo es césped

Lo siento nena, no hay tulipanes de madera en el jardín que acechas desde la verja. Solo están en el salón  de tu niñez,  aquel en el que pedías  deseos a las páginas  de las novelas.

jueves, 19 de marzo de 2015

Frontera

Ayer rememoré una visita a la metáfora y hoy siento que cada día que pasa me deshago más de ella en mi realidad. La estoy destruyendo en un intento por disparar frases congruentes módulo yo misma. Se desintegra buceando entre mis incoherencias, con un movimiento frío en un espasmo de frustración.  Creo que al dejar de creer en ti he olvidado algo que me definía. Pero es que estoy usando cubertería de plástico para engullir cosas que no puedo comprar. 

A destiempo

Era ya tarde, habrían pasado como treinta años, y decidió volver al pasado para decirte cuánto te seguía queriendo. A ti y a ningún otro, a una sola versión de ti, en un solo momento a comienzos de siglo. Fijando la cuarta dimensión esa señora te preguntó una dirección  y pasó de largo. Había aprendido a no tener miedo de tus ojos, pero de tus ojos nuevos.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Quiero estar, pero no puedo ser.

   Mi  propia naturaleza se planta ante mí  esta mañana.  "No me puedes esquivar" me dice pausadamente,  demasiado tranquila, "soy lo único en lo que crees".  Si no hay farsa me derrumbo, si todo se torna verdad estallo.

   Quiero mi mentira de tarde y que al despertar yo decida cuanta realidad tengo entre mis labios. Pero tengo que despedazar la revista de mis sentimientos,  de tus miradas, tachar cada posible doble sentido, ya que así  es como queremos sobrevivir. Ojalá  pudieras prometerme el próximo  segundo y ningún otro en este instante, para decidir sobre el siguiente a tu antojo.

   Estoy tan cansada. Hace tanto que nadie me atraviesa con la mirada, que nadie me ama en el mundo de las ideas. La compañía  de mi naturaleza siempre se ha impuesto a cualquier otra, es tan grande, tan sincera, tan triste, tan divertida. Y todo el que la ve pasa de largo, confundiéndola con cualquier otra cosa, prejuzgándola como si todas fueran iguales.

   No lo son, yo no estoy adulterada con miedo, yo sé lo que siento en este segundo y no me avergüenza reconocerlo.  Pero no te lo voy a decir porque en un minuto la nada engullirá todo a su paso y me prepararé  para volver a las matemáticas de mi rutina.

sábado, 14 de marzo de 2015

Estás y no.

Resuena en la tercera planta,
de un edificio sin cimientos,
que hablas sin tu garganta
contando miles de cuentos.
Historias que yo escucho
de las que nunca tuve recuerdos
matándome, que no es mucho,
por verte soñar despierto.
Ilusa, me juego las cartas,
con cada baraja que encuentro.
¿Qué haces? Susurra cansada
una voz, ya no tan adentro.

Ya nada de esto es tragedia
lo sé, lo pienso, lo siento,
y conexiones escondidas
trafican con sudor, química y miedo.
Se me están escapando los sueños
por los poros de mis dedos.
No busco, solo aspiro,
a ser libre de este infierno.
¿Qué quieres? ¿Jugar conmigo?
hace tiempo que ya no juego.

viernes, 6 de marzo de 2015

Estancada en el tiempo

No entiendo el tiempo de las entrañas. Se me hace raro, demasiado poco correlativo. Salta hacia atrás y adelante, buscando un hueco de amor en el pasado, aferrándose a cualquier deseo del presente, olvidando cada atisbo de futuro. Todo al mismo tiempo, todo es pena, todo es ansia, todo es vacío.

Agarro ayer y me lo traigo a mañana, y mañana me dice que no es factible. ¿Qué le está pasando al tiempo, que no quiere fluir por dentro? Las agujas del reloj no giran ni en un sentido ni en otro y me doy cuenta de que ya es demasiado tarde para no sentir, porque siempre era demasiado pronto para dejar de hacerlo.

domingo, 1 de marzo de 2015

¿Qué está pasando?

¿Qué  está  pasando? Me pregunto aturullada en cada despertar de esta noche tan calmada. Me está  poseyendo  una idea. Se ha apoderado de mi química y mis recuerdos están transformando las fantasías en pesadillas.

¡Qué poca moral y cuánto egoísmo! Solo temo por mi futuro, por mi sufrimiento, por lo absurdo de esto que me acomete.  Porque no me gusta apostar a un caballo perdedor y apueste al que apueste tengo cierta certeza de que mi caballo va a perder y todos los otros llegarán a la vez a la línea  de meta.

¿Qué me pasa? Ya he aprendido a desistir de las fantasías. Sin embargo, mi mente se resiste a esta malsana enfermiza costumbre, a esta droga de las hormonas del chocolate con leche. Quiero acariciar cada parte de mi racionalidad, y cuando este distraída, arrancármela del cerebro y metérmela en el corazón.

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