miércoles, 16 de julio de 2014

El caimán

Solo queríamos dar un paseo por el pueblo. Subimos muchísimos escalones y finalmente alcanzamos la vista panorámica que tanto deseamos. Para bajar tomamos un sendero al lado del acantilado. Pero, para nuestra sorpresa no hacíamos más que subir, como en un cuadro de Escher. El camino era muy estrecho y la caída profunda, así que nuestros pasos eran cortos y meditados.

Al otro extremo del sendero se hallaba un parque alargado, cobijado por la sombra de decenas de chopos. Y al final del parque, paradójicamente, estaba un lago. En la orilla de este lago flotaba un tronco, en el que toda la familia se subió sin dudarlo. "Es solo una lanzadera", dijo mi padre.

La lanzadera salió disparada. Serpenteaba y se quedaba flotando y girando varios minutos encima de unos postes de madera. Parecían paradas, pero nadie se apeaba ni subía. En una de estas paradas  me percaté de que un inmenso caimán había empezado a seguirnos. Daba vueltas al rededor de los postes y nadaba siempre a un milímetro de distancia de nuestro tronco.

Cuando alcanzamos la parada final, ésta no era  ninguna orilla. Nos vimos a 5 metros de la costa con un caimán pisándonos los talones. Nadamos cuanto pudimos y finalmente nuestros pies tocaron tierra. Estábamos en un pequeño pueblo vacacional. Al ver al caimán todo el mundo entró en pánico. Gente de todas las edades corría en todas direcciones. Cogí de la mano a mi hermana pequeña y entramos en un casa, pero el caimán seguía persiguiéndonos.

Lo curioso fue que al entrar en la casa el reptil se fue haciendo cada vez más y más pequeño, hasta desaparecer en el cuarto de baño. 

lunes, 14 de julio de 2014

Cuando no compartes las desgracias de mi mundo

Estás tan lejos de mi. Es la primera vez que tengo esa sensación de distanciamiento psicológico. Siempre, aunque lejano físicamente y lejana en tu cabeza, mi locura siempre quiso que tu recuerdo me acompañara, me aconsejara, me comprendiera.

Pero es que ya no tiene sentido, mis problemas han dejado de ser los mismos. Ya ni tu recuerdo puede estar a mi lado. Ya ni tus ojos, ni tu amplia sonrisa infantil. Ya no me queda nada del pasado en el presente, solo de vez en cuando memorias que me hacen sonreír. Y solo eso.

Me alivia. Me descongestiona el corazón que te hayas desvanecido cuando por fin me lo propuse seriamente. Ya te pienso como una borrosa figura entre edificios grises, que ya no sé ni si te gustan. Ya te deformas en tu futuro, que tanto difiere del que soñaste, y una vez yo soñé contigo.


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