miércoles, 29 de mayo de 2013

La muerte de la Soledad

Tras meses sin publicar me gustaría compartir con todos y en especial con mis amigos un pensamiento que especialmente hoy me recorre los entresijos de la mente.


La soledad. El sentimiento de soledad y la necesidad de aceptación social aliena a las personas, incluso a mí en algún momento de mi vida. Son los mayores enemigos de la gente libre. 

Las personas, con tal de hacerse un hueco en una microcomunidad modifican y reprimen su comportamiento. Llegan incluso a decir lo contrario de lo que piensan, sonríen como muñecos de cera cuando no les apetece y alaban a gente que detestan con el objetivo de ser un modelo para sus semejantes. Mientras tanto, van envenenando su alma poniendo zancadillas a escondidas y tratando de sabotear la felicidad de sus amigos. Otras, por su parte, son incapaces de tener un compromiso  de amistad, de dar la cara y estar con sus amigos cuando lo necesitan. 

Esas son los individuos a los cuales  las personas con un círculo de amigos envidian, las personas populares. Pero éstas son las que están más solas, porque no los quieren por lo que son, sino por el personaje al que interpretan.

Hace aproximadamente un año decidí desechar de mi vida a todo lo que me produjese sentimientos contraproducentes para con mi felicidad. A todos que quieren contagiar su odio y su envidia, a los que viven orgulloso de ser ignorantes, a los que se creen que saben demasiado y a los que están encantados de haberse conocido. 

Me he acogido a esta máxima a riesgo de ser más que impopular y de generar comentarios en mi contra. El resultado de esta conducta ha sido revelador. Ahora, los amigos que tengo son los que me aceptan tal y como soy. No tengo secretos, si algo se me pasa por la cabeza lo digo sin miedo porque no le tengo miedo a la soledad, y  no tener miedo me da fuerza para reafirmarme en mi postura. 


No temáis a ser vosotros mismos, no temáis a ser políticamente incorrectos en algún momento si realmente os lo pide el cuerpo. Porque si sois fieles a vosotros mismos, si desnudáis vuestros sentimientos nadie tendrá por qué desconfiar de vosotros y sabréis diferenciar a quien os estima de quien no os aportará nada bueno.


Dedicado a Rubén, Miguel y Gonzalo, quienes me hacen sentir la persona más querida y estimada del mundo. No solo por las cosas buenas, sino también por como se sinceran conmigo y aceptan mis fallos.
  


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